miércoles, 28 de enero de 2015

Paradero Chacarita

Intervención en la estación ferroviaria Paradero Chacarita
Buenos Aires, 2004
Peluche
Colaboración: Patricio Larrambebere, Silvia Dielh, Lux Lindner, Karina Granieri, Ezequiel Semo
Video: Patricio Larrambebere 

La empresa privada Metropolitano, concesionaria del ferrocarril General Urquiza de la ciudad de Buenos Aires, eliminó los asientos de las estaciones del tren para evitar que las personas duerman en ellos. En la estación Paradero Chacarita, en lugar de los correspondientes bancos, colocó un suerte de “dintel” en una pequeña pared que funciona como soporte para una larga reja. Ese dintel sirve sólo para apoyarse mientras se espera el tren.
Considerando el maltrato a los usuarios y la paradoja sobre quienes son los responsables de que haya personas que se vean obligadas a dormir en el asiento de una estación, la intervención consistió en forrar de peluche fucsia
flúo ese dintel de 72 metros de longitud, y convertir esa pared dura en un asiento al menos más amoroso.

Se generó una línea roja vibrante a lo largo de la pared del andén; los pasajeros que esperaban el tren ocuparon el nuevo asiento inmediatamente, y los que bajaban de los trenes que llegaban, en especial los niños, se abalanzaban sobre el peluche. El asiento forrado se convirtió en un evento para los usuarios.

El peluche fue robado a las 48
hs. Entonces el cuidado de lo común aparece como un proceso mucho más complejo que los gestos que damos los artistas. La desaparición se hace parte de la obra, que se recicla en otra cosa. Sólo en la situación de vaciamiento social y crueldad que caracteriza las sociedades de los países “en desarrollo”(¿), alguien puede devolver este gesto cuidadoso de esa manera tan violenta y desgarradora.

Es probable que el peluche haya sido vendido por pocos pesos y luego convertido en almohadones o cubrecamas, lo cual sigue siendo maravilloso.
 


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Metropolitano”, the private company that has the concession for the General Urquiza rail system from Buenos Aires, removed the seats from the train stations in order to keep homeless people away from sleeping on them. Instead of the seats, the company built some kind of beam on the fenced wall at the Paradero Chacarita station. People can only lean on this beam while waiting for the train.
Considering the bad service and the paradox about who can be held responsible for people who sleep on a train station, the intervention consisted on covering that 72 meters long beam with fluorescent pink shaggy fabric fur. I tried to transform that hard wall into a lovelier seat.
A vibrant red line was drawn along the platform wall; passengers immediately started using the new seat while waiting for the train, and those who got off the trains – children, in particular – reached and rushed impulsively for the fabric fur. The covered seat turned to be a surprising event for the passengers.
The pink fabric fur was stolen in 48 hours. Care for common property seems to be a more complex process than the gestures artists make. Disappearance is part of the art work that is recycled into another situation.  Only in a situation of social emptiness and cruelty – distinct traits of “developing” or “third word” societies – someone can respond to this sympathetic present with so much violence and heartbreak.
Almost certainly the fabric fur was sold for a few pesos and then turned into pillows or coverlets, a wonderful outcome nonetheless.

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